¡Síguenos!El río de la Magdalena, que atraviesa la ciudad, se desbordó rápidamente y comenzó a inundar las calles, llevándose todo lo que encontraba a su paso. La situación rápidamente se volvió catastrófica, con miles de personas varadas en sus hogares y vehículos, mientras el agua seguía subiendo.
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Según consta en periódicos de la época, tras horas de lluvia ininterrumpida, los capitalinos despertaron la mañana del lunes 15 de julio sumergidos en un auténtico caos. El Río Consulado había excedido su nivel, inundando Tlatilco. Por su parte, el Río San Joaquín se desbordaba sobre el Hospital Español. Los muros reblandecidos de la colonia Guerrero se desmoronaban al tacto. Otras zonas rebasaron la marca de los dos metros de agua, ahogando decenas de hogares y comercios.
Lanchas de madera y balsas de hule sirvieron como medios de transporte temporales. Los audaces se lanzaban a 16 de Septiembre y Bolívar como si de una alberca se tratara. Los más perspicaces ofrecieron sus servicios de gondoleros para hacerse de unos centavos en medio de la adversidad.
Debido a este acontecimiento las autoridades capitalinas tomaron la decisión de entubar el río Churubusco, construir varios cárcamos y plantas de bombeo de los colectores principales al Gran Canal, así como el incremento de su capacidad mediante la ampliación de secciones hidráulicas y la construcción del segundo túnel de Tequixquiac, el cual se concluyó hasta 1954.