¡Síguenos!
TwittearVisitas: 223
🔹 Recortes a impuestos, Medicaid y políticas climáticas sacuden el tablero político
🔹 Republicanos celebran, demócratas advierten consecuencias devastadoras
WASHINGTON, D.C.— Justo a tiempo para el 4 de julio, la Cámara de Representantes aprobó por estrecho margen el ambicioso plan fiscal de Donald Trump, valorado en 3.4 billones de dólares. La votación, 218 a favor y 214 en contra, marcó un punto de quiebre en la política interna de Estados Unidos.
Una reducción de impuestos, fuertes recortes a programas sociales como Medicaid, y la reversión de la agenda climática impulsada por Joe Biden. En resumen, Trump reescribió las reglas del juego.
Para lograrlo, el expresidente usó su manual de presión política: desde amenazas de primarias, hasta reuniones informales en campos de golf. Logró convencer a los republicanos más reticentes, quienes dudaban por el impacto en la deuda nacional y los efectos sobre votantes clave.
“Cuando el presidente termina de negociar, se acaba el juego”, soltó Steve Scalise, líder republicano de la Cámara, al atribuirle el éxito a Trump.
La sesión se tornó maratónica. Durante la madrugada, mientras Trump arremetía en redes sociales, los demócratas advertían que millones perderán su cobertura médica. Hakeem Jeffries, líder de la bancada, alzó la voz: “Esta ley acabará con Medicaid tal y como lo conocemos”.
El plan también prolonga los recortes fiscales de 2017, adelanta beneficios para adultos mayores y trabajadores con propinas, y destina fondos al polémico sistema de defensa ‘Golden Dome’ y al combate contra la inmigración ilegal.
No todos celebran: la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) prevé un aumento del déficit de 3.4 billones en la próxima década, mientras economistas como Jeffrey Gundlach califican la deuda de “insostenible”.
Trump, sin embargo, ya lo festeja. “Una ley para quienes no tienen grupos de presión en Washington”, resumió el legislador Jason Smith.