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Su liderazgo marcó un antes y un después en el diálogo interreligioso y los derechos humanos.
Fue el primer Papa jesuita, latinoamericano y elegido mientras vivía su predecesor.
Este lunes falleció el Papa Francisco, líder espiritual de millones desde 2013. Su elección fue histórica: el primer Papa latinoamericano, jesuita y llamado Francisco. Desde el primer día, eligió el contacto directo con el pueblo y una visión de Iglesia que escucha, acompaña y transforma.
Jorge Mario Bergoglio revolucionó el papado con gestos tan simbólicos como vivir en la Casa Santa Marta y no en el Palacio Apostólico. Se comunicaba con fieles por teléfono, visitaba campos de refugiados y usaba redes sociales para conectarse con millones.
En 12 años, impulsó reformas estructurales: transformó la Curia Romana, dio mayor voz a mujeres y laicos, abolió la pena de muerte del Catecismo y combatió el abuso sexual con medidas históricas. A nivel global, dejó una marca imborrable con sus 47 viajes apostólicos a lugares como Irak, Bangui y Lampedusa.
Firmó la Declaración de Fraternidad Humana con líderes musulmanes, denunció la guerra más de 300 veces y, en plena pandemia, ofreció una imagen icónica: la Statio Orbis bajo la lluvia, en un Vaticano vacío.
Más que reformas, deja una espiritualidad viva, fraterna y activa. En sus encíclicas, especialmente Fratelli tutti y Laudato si’, plasmó una fe con impacto real en el mundo.