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• La Iglesia entra en periodo de Sede Vacante hasta elegir sucesor
• El cónclave reúne a cardenales menores de 80 años en la Capilla Sixtina
Tras la muerte del Papa Francisco, la Iglesia Católica ha iniciado el protocolo más solemne de su historia: el proceso para elegir al nuevo Sumo Pontífice, guía espiritual de más de mil millones de católicos y jefe del Estado Vaticano.
La primera etapa fue el luto oficial, con la exposición del cuerpo del Papa en la Basílica de San Pedro, permitiendo a miles de fieles despedirse. El funeral, realizado entre cuatro y seis días después, contó con la participación de líderes mundiales y altos funcionarios del Vaticano.
Con la declaración de Sede Vacante, cesan automáticamente los cargos de los jefes de los dicasterios, excepto el camarlengo, quien asume temporalmente la administración del Vaticano.
En paralelo, se convoca a los cardenales menores de 80 años para iniciar el cónclave, una reunión secreta donde se elige al próximo Papa.
Durante el cónclave, los cardenales votan en secreto dentro de la Capilla Sixtina. Si no hay acuerdo, el humo negro que sale por la chimenea indica que no hay elección. Cuando finalmente un cardenal obtiene al menos dos tercios de los votos, el humo blanco anuncia la noticia al mundo: ya hay nuevo Papa.
Una vez elegido, el nuevo pontífice es presentado desde el balcón de San Pedro con el tradicional “Habemus Papam”, iniciando un nuevo capítulo para la Iglesia, que deberá responder a los desafíos contemporáneos con fe y liderazgo.
Figuran los mexicanos Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, y Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, ambos con 75 años y amplia experiencia pastoral y curial.
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, los ojos del mundo católico se vuelcan al Colegio Cardenalicio, encargado de elegir al nuevo Sumo Pontífice en el próximo cónclave. Entre los nombres que suenan con mayor fuerza destacan figuras con trayectorias diversas, ideologías contrastantes y representaciones de distintas regiones del mundo.
Uno de los favoritos es Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, un cardenal italiano de 70 años que representa una línea moderada y diplomática dentro de la Curia romana.
También sobresale el húngaro Peter Erdö, de 72 años, con posturas conservadoras, especialmente en temas como la comunión para divorciados.
Por el lado progresista, aparece Luis Antonio Tagle, filipino de 67 años y pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, conocido por su sensibilidad social y crítica al lenguaje tradicional de la Iglesia.
Otro perfil visible es Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, reconocido por su papel en misiones de paz, como la mediación en Ucrania.
También figuran los mexicanos Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, y Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, ambos con 75 años y amplia experiencia pastoral y curial.
Por otro lado, el estadounidense Raymond Leo Burke, de 76 años, se mantiene como una opción para sectores tradicionalistas, pese a sus fuertes críticas al rumbo de reformas impulsado por Francisco.
En este escenario, el próximo Papa podría reflejar la continuidad de una Iglesia más abierta y global, o bien un retorno a posturas más conservadoras.