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El rey Carlos III y la reina Camila encabezan la bienvenida.
Intercambio de regalos simboliza lazos entre Washington y Londres.
Windsor refuerza seguridad en un contexto internacional tenso.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue recibido este miércoles en el castillo de Windsor con un despliegue de pompa real pocas veces visto. La realeza británica, encabezada por el rey Carlos III y la reina Camila, ofreció un escenario lleno de símbolos históricos para dar inicio a una visita de Estado de dos días.
La ceremonia arrancó con la llegada del helicóptero Marine One, recibido por el príncipe William y su esposa Kate. Tras el aterrizaje, Trump y la primera dama, Melania Trump, se unieron a los reyes en una procesión de carruajes tirados por caballos, acompañados por bandas militares que interpretaron los himnos nacionales de ambos países.
Durante el recorrido en el Carruaje Estatal Irlandés, el presidente y el monarca conversaron mientras saludaban a una guardia de honor compuesta por soldados con túnicas rojas y sombreros de piel de oso. El despliegue involucró a más de 1,300 efectivos y unos 120 caballos, convirtiéndose en uno de los espectáculos más vistosos de la memoria reciente.
El intercambio de regalos subrayó el tono diplomático: los reyes entregaron a Trump un volumen encuadernado en cuero y una bandera conmemorativa, mientras que el presidente obsequió una réplica de la espada del general Eisenhower y un broche de Tiffany & Co. para la reina.
Windsor fue elegido como sede principal, un entorno más controlado que Londres, en medio de crecientes tensiones internacionales. La visita busca reforzar la relación transatlántica, aún bajo el eco de las políticas de “Estados Unidos primero” que marcan la agenda global de Trump.
“Es un gran honor”, declaró el presidente antes de entrar al almuerzo privado en el castillo.