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Cambio climático, deuda y guerras dominan la agenda mundial de la ONU.
La cooperación internacional, clave para frenar conflictos y desigualdad creciente.
En vísperas de la apertura del Debate General de la 80ª Asamblea General de la ONU, el Secretario General António Guterres trazó un diagnóstico crudo: el mundo enfrenta una crisis global que amenaza con desbordarse.
“Las amenazas se hacen cada vez más virulentas: las guerras se multiplican, el cambio climático se intensifica, la desigualdad crece, y la deuda asfixia a los países más vulnerables”, afirmó en entrevista con Noticias ONU.
Con un lenguaje directo, Guterres denunció la “impunidad rampante” que predomina en las relaciones internacionales. “Cada país cree que puede hacer lo que quiera”, advirtió, resaltando un círculo vicioso donde las potencias marcan precedentes y los demás imitan.
Ante esta fractura, su mensaje fue claro: “Vengan aquí y cambien la marea. Vengan aquí y entiendan que la cooperación internacional es vital en un momento como este”.
La propuesta se centra en un multilateralismo robusto, capaz de sostener el diálogo como única salida. Entre los puntos urgentes destacan:
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Conflictos bélicos: negociar un cese al fuego inmediato en Gaza y retomar la solución de dos Estados.
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Emergencia climática: comprometerse con planes nacionales que reduzcan emisiones y respeten el límite de 1,5 grados.
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Inteligencia artificial: establecer formas de gobernanza que aseguren un uso ético y humano.
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Reforma financiera: transformar una arquitectura internacional obsoleta para dar voz a los países en desarrollo.
Aunque reconoció la grave crisis financiera que atraviesa la propia ONU, Guterres sostuvo con firmeza: “Nunca me siento desesperanzado. Estoy determinado”.
En un mundo con 122 millones de desplazados y economías al borde del colapso, su receta no deja lugar a dudas: el diálogo y la cooperación multilateral son la única salida posible.