¡Síguenos!Sin sobresaltos, con mayoría calificada -seguramente con inclusión de otras expresiones, sobre todo en estudiantes- y tras sortear con éxito conflictos internos y amagos de politización, Lilia Cedillo Ramírez se encamina, con paso firme, hacia su reelección como rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
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El reciente proceso de elección de consejeros universitarios, en el que su movimiento obtuvo un respaldo estimado entre 85 y el 88 por ciento, no sólo confirma su fuerza política dentro de la institución, sino que prácticamente consuma su permanencia al frente de la máxima casa de estudios del estado.
La jornada electoral, desarrollada de forma presencial en 26 unidades académicas y de forma electrónica en otras 18, abarcó las 44 unidades de la universidad, así como las áreas Centro, Salud y Ciudad Universitaria.
La participación fue amplia y pacífica, en un clima que contrastó con las tensiones recientes derivadas del conflicto estudiantil que mantuvo paralizada a la BUAP durante casi un mes.
Paradójicamente, ese mismo conflicto se convirtió en una plataforma de legitimidad para María Lilia Cedillo Ramírez, quien logró sortear la crisis con una mezcla de diálogo, firmeza y estrategia política.
Pero el escenario que hoy se vive en la BUAP no se explica únicamente por la habilidad de Cedillo. La debilidad y fragmentación de la oposición también han sido claves. El otrora influyente grupo de los Vélez, que en 2017 imponía candidaturas de unidad –como la de Francisco Vélez Pliego– y controlaba espacios estratégicos como el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, hoy aparece dividido y sin fuerza real para disputar el rumbo institucional.
Ese debilitamiento de la oposición permitió que el proceso transcurriera sin mayores contratiempos. La elección de 179 consejeros propietarios —88 académicos, 88 estudiantes y 3 no académicos— reflejó un ambiente participativo y respetuoso.
Más allá de los nombres, lo importante es el trasfondo político que dibuja el nuevo mapa del poder universitario: una Cedillo fortalecida, sin contrapesos internos significativos y con un Consejo que respalda mayoritariamente su continuidad.
Aunque sería un error considerar su reelección como un simple trámite, lo cierto es que los números, la estructura de apoyo y la operación política interna le han allanado el camino.
La instalación del nuevo Consejo este 28 de mayo confirmará, salvo un giro inesperado, lo que ya es un hecho consumado: Cedillo será rectora para un segundo periodo.
Más allá de simpatías o filias, la noticia representa estabilidad institucional. En tiempos donde muchas universidades públicas atraviesan crisis de gobernabilidad, la BUAP muestra solidez.
Cedillo no sólo ha contenido los embates de sectores internos que buscaban posicionarse, también ha blindado a la institución frente a tentaciones partidistas externas.
Con legitimidad renovada, el reto para su siguiente periodo será aún mayor: no sólo mantener el orden y cohesión interna, sino proyectar a la BUAP a nuevos niveles académicos, científicos y sociales.
Por lo pronto, lo ha conseguido: la universidad tiene rumbo, tiene liderazgo, y todo indica que ese rumbo lo seguirá marcando Lilia Cedillo.
Y eso, para la BUAP y para Puebla, es una excelente noticia.