¡Síguenos!Desde entonces decidí el camino, lejos de aquellos que creen equivocadamente que un periodista no puede apoyar a un político ni mucho menos entablar amistad.
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No son muchos los que eligieron la misma ruta.
Todos nos conocemos y sabemos a las personas que me refiero, como también a los que se sumaron cuando lo vieron triunfar en la selección interna del candidato de Morena y los que de manera oportunista aceptaron la realidad después de la elección constitucional.
He escuchado a Armenta hablar de su niñez y sus sueños; de su amor por su abuelita Cholita, su mamá Cristi, su papá Rafael, su esposa Ceci, sus hijos, Cristina, Cecilia y Alex, su perrhijo Tomy; de su orgullo por ser egresado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; de su emoción pensando en grande; de su amor a Puebla que lo hace trabajar a destajo todos los días de manera apremiante.
El viernes pasado en el jardín “El Recuerdo”, lo vi contento haciendo alusión a lo referido; de sus metas por los que menos tienen; reconociendo que puede cometer errores como todo ser humano; de su respeto por los reporteros y directores de medios de comunicación; de su exigencia a los servidores públicos por hacer las cosas bien y con honestidad; intentando convencer que gobernar no es corrupción ni deshonestidad.
Creo que no a todos les satisface su discurso, acostumbrados a observar comportamientos oscuros y podridos de origen en el sistema gubernamental.
Es absurdo que la verdad genere tantos enemigos y la mentira tantos seguidores.
Veo a un Armenta que entregará, finalmente, resultados apegados a la integridad, que no es otra cosa que hacer las cosas como Jesucristo manda y como lo requieren los poblanos.
Integridad es hacer bien las cosas, aunque nadie te vea.
No es hacer más, sino lo suficiente con calidad, eficiencia y eficacia; sin corrupción, persiguiendo el bienestar colectivo.
La seguridad y la riqueza comunitaria son dos esquemas que, de concretarse, Armenta hará historia.
Y si el gobernador es percibido por el pueblo como un mandatario JUSTO, habrá logrado lo que casi nadie ha conseguido a través de los tiempos.
Me atrevo, por lo consiguiente, a plasmar algunos pensamientos estoicos, porque considero a Alejandro Armenta en el marco del estoicismo que se conjuga con la bioética y la justicia:
1.-Como líder político intentará guardar el equilibrio, sin marearse, sin corromperse, porque en la mayoría de los casos el poder obnubila los sentidos.
2.- Puede tenerlo todo, porque estará rodeado de lujos, de ofertas negras y adulación, pero sabrá escoger lo que el pueblo espera: cumplir con el deber con sabiduría, desechando el ego y el autoritarismo.
3.- Sabe que el poder es la invitación a cultivar la tiranía y el narcisismo que lleva a la esclavitud propia.
4.- Enfrentará las traiciones con sensatez que lo mantendrá en equilibrio. No habrá odios, pero sí justicia.
5.- Actuar con virtud está por encima de la silla de gobierno.
MARCO AURELIO, el emperador más querido de Roma que nunca actuó como tal, dueño de una filosofía entrañable que recordaba a Séneca y Zenón de Citio, decía: “Hoy, tú no gobiernas un imperio, pero sí algo más importante: tu mente; domínala; no te vendas; no te dobles; haz lo correcto, aunque nadie te vea”.
“El alma se tiñe del color de tus pensamientos”.
POSDATA: Eso es ser estoico; ser así te convierte en invencible.